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Hoy en día no podemos negar que vivimos en un mundo globalizado, en el cual los derechos fundamentales de los individuos se han ido trasformando y evolucionando, un ejemplo de ello es, el derecho al libre desarrollo de la personalidad; en días pasados veíamos en las redes un tema referente al apoyo a la comunidad lésbico-gay; bajo la premisa de protección a un derecho de igualdad violentado social e institucionalmente, enfocado a esa “libertad de autodeterminación para elegir de forma libre su personalidad” y, desde luego, “gozar sin limitación alguna de los mismos derechos que el grueso de los gobernados”.
A colación de lo anterior La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) declaró en días pasado inconstitucional la prohibición de matrimonios entre parejas del mismo sexo en Baja California, al norte de México. Dicha exclusión, según la Suprema Corte, “atenta contra la autodeterminación de las personas y el derecho al libre desarrollo de la personalidad de cada individuo y, además, de manera implícita genera una violación al principio de igualdad, porque da un trato diferenciado a parejas homoparentales respecto de las parejas heterosexuales”.
Lo anterior, sin duda alguna continuará dando de qué hablar por la relevancia que cobrará la protección a un derecho de igualdad y las consecuencias jurídicas que se irán gestando cada vez con mayor fuerza y con ello también la evolución de las instituciones Jurídicas; y por qué no citarlo desde hoy, también en el entorno económico.




